lunes, 26 de noviembre de 2007

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Vida

VIDA DE DESCARTES
René Descartes nació el 31 de Marzo de 1596 en La Haya, una ciudad de (Francia), , en una familia de funcionarios de la baja nobleza.
Su padre era consejero del Parlamento de Bretaña.
De su madre, que murió un mes después de su nacimiento, heredó una tos seca y una fisonomía pálida, que mantuvo hasta los veinte años, además de una fortuna que le permitió vivir con independencia económica. Como era un niño delicado, se daba por supuesto que no viviría mucho tiempo. Sin embargo él dedicó su forzosa inactividad a satisfacer una temprana pasión por el estudio.
A los diez años, su padre lo envió a La Flèche, un colegio de los jesuitas recientemente inaugurado en Anjou, en donde permaneció ocho años y medio y en el que recibió una educación excelente que abarcaba la Lógica, la Filosofía moral, la Física y la Metafísica, la Geometría Analítica y el Álgebra Moderna, así como una cierta familiaridad con el recientemente descubierto telescopio de Galileo Una de las cualidades más llamativas de Descartes fue su fluidez mental
Cuando cumplió los veinte años, una vez graduado en leyes por la Universidad de Poitiers, Descartes fue a París. Allí se convirtió en un joven elegante y desocupado. No obstante, sus pensamientos pronto volvieron a preocuparse por las Matemáticas y la Filosofía
En 1618, Descartes se alistó en el ejercito del príncipe de Orange como caballero voluntario. Fue enviado a la guarnición de Breda, en Holanda
Un día -el 10 de noviembre de 1618- se encontró con un grupo de gente arremolinada ante un cartel que se hallaba expuesto en la calle. Estaba escrito en flamenco y Descartes, dirigiéndose a una de las personas del grupo, le pidió que se lo tradujera al latín o al francés. El cartel era un desafío que instaba a los que lo leían a resolver el problema matemático que en él se proponía. La persona a la que Descartes se dirigió para que se lo tradujera era Isaac Beeckman, uno de los matemáticos más eminentes del país. Descartes resolvió el problema y presentó su solución a Beeckman, quien reconoció al instante su genio matemático
Exactamente un año después de su encuentro con Beeckman, Descartes tuvo una famosa experiencia, quizás la más importante de su vida y, sin duda, la más dramática. Se había alistado en el ejercito del duque de Baviera, otro de los aliados de Francia en la Guerra de los Treinta Años, y se hallaba en los cuarteles de invierno en un remoto lugar a orillas del Danubio. El día 10 de noviembre, abstraído en sus pensamientos, se encontró completamente solo en la famosa poèle (literalmente "estufa", pero que, de hecho, significaba habitación caldeada). En el transcurso de aquel día había tomado importantísimas decisiones. En primer lugar, decidió que debía dudar metódicamente de todo lo que sabía acerca de la Física y de los restantes conocimientos organizados, y que debía encontrar ciertos puntos de partida evidentes en sí mismos que le permitiesen reconstruir todas las ciencias. En segundo lugar, decidió que, de la misma forma que una obra de arte o de arquitectura perfecta es siempre el producto de una sola mano maestra, así él debía llevar a cabo, por si solo, su programa.
Siguió como mercenario hasta 1622
Después, durante algunos años, se dedicó a viajar recorriendo Europa desde Polonia a Italia.
En 1625 regresó finalmente a París. Trabajó en su "matemática universal" y se embarcó en especulaciones sobre gran cantidad de cuestiones diversas que iban de la psicología moral a la prolongación de la vida. Al igual que a sus ociosos contemporáneos, el torbellino de la vida social, la música, las lecturas frívolas, y el juego le distraían de tales cometidos. Su padre llegó a expresar la opinión de que "no valía para nada, salvo para acicalarse".
En Octubre de 1628, Descartes partió hacia Holanda, en donde permaneció el resto de su vida, salvo tres breves visitas a Francia y su viaje a Estocolmo en 1649, el último que realizaría. Evitó la compañía de todo el mundo salvo la de sus amigos y discípulos, y dedicó su tiempo a la aplicación de sus principios a la filosofía, la ciencia y las matemáticas y a la divulgación de sus conclusiones.
Un año después de haber abandonado Holanda, aceptando la invitación de la reina Cristina de Suecia, murió en Estocolmo en febrero de 1650.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Mapa conceptual alma-estado

Examen

Para tod@s los que visitais este blog ahí va un ejemplo de examen para que vayais entrenando:

ALUMN@:

-¿No es verdad que la facultad dialéc­tica es la única que puede mostrarlo a quien sea conocedor de lo que a poco enumerábamos, y que no es posible llegar a ello por ningún otro medio?
-Sí, eso se puede afirmar con seguridad.
-En todo caso, nadie nos discutirá esto: que exista otro método que intente, en todo caso y con b
respecto a cada cosa en sí, aprehender de manera sistemática lo que es cada una de ellas. Pues casi
todas las de­más artes, o bien se ocupan de las opiniones y deseos de los hombres, o bien de la creación y fabricación de objetos, o bien del cuidado de las cosas creadas naturalmente o fabricadas artificialmente.
En cuanto a las restantes, que dijimos aprehendían algo de lo existente, como la geometría y las que en ese sentido la acompañan, ya vemos que no hacen más que soñar con lo que existe, pero que serán c
incapaces de contemplarlo en vigilia mientras, valiéndose de hipótesis, dejen éstas intactas por no poder dar cuenta de ellas. Pues bien, si no conocen el principio y anudan la conclusión y los pasos intermedios a algo que no conocen, ¿qué posibilidad existe de que una semejante concatenación llegue jamás a ser conocimiento?
-Por consiguiente, el método dialéctico es el único que, echando abajo las hipótesis, se encamina hacia el principio mismo para pisar allí terreno firme y al ojo del alma, que está verdaderamente sumido a un bárbaro lodazal lo atrae con suavidad y lo lleva a las alturas, utilizando como auxiliares en 533 d esta labor de atracción a las artes a poco enumeradas, que, aunque por rutina las hemos llamado muchas veces conocimientos, necesitan otro nombre que se pueda aplicar a algo más claro que la opinión, pero más oscuro que el de conocimiento. En algún momento anterior empleamos la palabra pensamiento; pero no es cosa de dispu­tar acerca del nombre en materias tales como las que se presentan a e
examen.
-No, en efecto…….
-Bastará, pues - dije yo-, con llamar, lo mismo que antes, a la primera parte conocimiento;
a la segunda pensa­miento ; a la tercera creencia y a la cuarta imaginación. Y a estas dos últimas en conjunto opinión, mientras que a las dos primeras juntas inteligen­cia. La opinión referida a la 534 a generación, y la inteligencia a la esencia. Y lo que es la esencia respecto a la generación, lo es la inteligencia respecto de la opinión; el conocimiento con respecto a la creencia y el pensa­miento con respecto a la imaginación. En cuanto a la proporción entre sí y a la división en dos de cada uno de los ámbitos correspondientes, o sea, lo opinable y lo inteligible, dejémoslo, Glaucón, para que no tenga­mos que vérnoslas con discursos mucho más largos que los pronunciados anteriormente.
-Por mi parte, estoy de acuerdo, en la medida en que puedo seguirte. b
-¿Y llamas dialéctico al que adquiere noción de la esencia de cada cosa ?Y el que no la tenga, ¿no dirás que tiene tanto menos conocimiento de algo cuanto más incapaz sea de darse cuenta de ello a sí mismo o darla a los demás?
-¿Cómo no habría de decirlo?
-Y del mismo modo con respecto al Bien. Si hay alguien que no pueda definir con el razonamiento la Idea del Bien, separándola de todas las demás, y no pueda atravesar todas las dificultades c
como en medio de la batalla, ni aplicarse a esta búsqueda -no según la apariencia sino según la esencia- ni llegar al término de todos estos obstáculos con su argumentación invicta, ¿ no dirás de quién es de ese modo, que no conoce el Bien en sí ni ninguna otra cosa buena, sino que, aún en el caso de que tal vez alcance alguna imagen del bien, será por la opinión, no por el conocimiento; y que en su paso por esta vida no hace más que soñar, sumido en un sopor de que no despertará en este mundo, pues antes a de marchar al Hades para dormir allí un sueño absoluto? d
-¡Por Zeus! Diré lo mismo que tú.
-Pero si alguna vez tienes que educar en la práctica a estos niños que ahora en teoría educas y formas, no permitirás que los gobernantes del Estado y las autori­dades en las cosas supremas sean irracionales, como líneas irracionales.
-Por cierto que no.
-¿Y les prescribirás que participen al máximo de la educación que los capacite para preguntar y respon­der del modo más versado?
-Lo prescribiré junto contigo. e
-¿Y no te parece que tenemos la dialéctica en lo más alto, como una especie de remate de las demás enseñanzas, y que no hay ninguna otra disciplina que pueda ser justamente colocada por encima de ella, y que ha terminado ya lo que corresponde a los estudios?

1. Analiza el sentido que en el texto tiene el término “dialéctica”

2. ¿Cómo argumenta Platón en el párrafo que va de 533-b hasta 533-d que las matemáticas son “algo más claro que la opinión pero más oscuro que el conocimiento” (episteme)?

DISERTACIÓN: La realidad y sus clases

miércoles, 14 de noviembre de 2007

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PLATÓN de Atenas
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Nació en Atenas en el año 427 a.C. Pertenecía a la clase alta de la ciudad. A los veinte años trabó relación con Sócrates y se transformó en su discípulo. Admiraba tanto a su maestro que lo hizo protagonista de la mayor parte de sus Diálogos. Con la intención de intervenir en política visitó al tirano de Siracusa (isla de Sicilia). Pero el intento fue fallido y terminó siendo vendido como esclavo en la plaza pública. Por suerte lo adquirió un pitagórico de Atenas que lo conocía. Cuando, de regreso en Atenas, Platón quiso reintegrarle el dinero que había pagado para salvarlo, el pitagórico se rehusó. Con ese dinero Platón compró un terreno situado en una zona dedicada al héroe Academo, en el cual fundó su escuela, la Academia (355). Esta escuela se mantuvo abierta por más de 900 años. Platón murió en Atenas en el año 347. Se conservan sus obras completas, que incluyen 25 diálogos, la Apología de Sócrates y un conjunto de 13 cartas.
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Platón estaba convencido de que el verdadero saber debe referirse a lo que no cambia. Compartía con Sócrates la idea de que la verdad reside en el hombre. El conocimiento que recibimos de los sentidos nos viene de afuera y versa sobre cosas que cambian. A este tipo de saber —decía Platón— mal se lo llama "conocimiento", porque merecería ser llamado "opinión". El verdadero saber versa sobre aquello que permanece siempre igual, sobre las ideas, y no lo logramos por el contacto con el mundo sino que lo descubrimos en nuestra propia alma. El alma preexiste al hombre. Antes de nacer a esta vida, nuestra alma se encontraba fuera del mundo material y en contacto directo con el mundo inmaterial de las ideas. Allí adquirió todo su saber. Al unirse al cuerpo, el alma olvida lo que había aprendido, pero al contemplar las cosas del mundo, hechas a semejanza de las ideas por el Demiurgo (un dios), va recordando lo que ya sabía. Por eso decimos que, para Platón, conocer es recordar ("reminiscencia").
Para Platón, aquello que más merece el nombre de ser son las ideas, justamente por su inmutabilidad. Las cosas, que se hallan sometidas al cambio, la generación y la corrupción, están por así decirlo entre el ser y el no ser. Las ideas son únicas (no hay dos iguales), inmutables, intemporales, necesarias, universales, arquetípicas, perfectas. Las ideas se hallan ordenadas entre sí jerárquicamente. En la cima se halla la idea de "Bien" o de "Uno". De ella participan todas las demás y ella misma está "más allá del ser".
Antes de encarnarse, el hombre es su alma, un alma racional. Pero al encarnarse se le suman el alma irascible (deseo de dominación) y el alma concupiscible (deseo de placer). El hombre debe lograr que sea el alma racional la que gobierne su vida, sin negar las otras dos, de las que provienen la energía y el movimiento, pero conduciéndolas hacia el logro de su fin. En la medida en que lo logre, el hombre será virtuoso y podrá con el tiempo escapar de la serie ininterrumpida de encarnaciones para volver a su existencia primigenia, como un dios, fuera del mundo sensible.
En su diálogo La República, Platón se planteaba cómo sería una ciudad o una república ideal. Él sostiene que en la sociedad se da un grupo en el que impera lo racional, otro en el que lo hace la irascibilidad y otro que se gobierna por la búsqueda del placer. Para que una sociedad sea justa debe ser gobernada por aquellos en los que prima la razón, los filósofos. Los hombres irascibles deben conformar el ejército. Los concupiscibles deben ser comerciantes o trabajadores. Por ello proponía un ordenamiento que permitiera ir educando a los niños y jóvenes detectando cuál es el lugar que por sus condiciones naturales deben ocupar en la sociedad.
Platón ha sido sin dudas uno de los dos filósofos más grandes de la Grecia Antigua y uno de los máximos representantes de la corriente idealista de todos los tiempos.
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NN. del E.• A la teoría del conocimiento de Platón se le ha dedicado un capítulo en un trabajo publicado en la sección Universidad.• Un artículo acerca de los "sólidos platónicos" ha sido publicado en la sección Trivium & Quadrivium.• En la revista Actas de la Academia Luventicus se ha publicado un artículo con el título: “La otra caverna y su mundo. Una reflexión en torno a Platón y Nietzsche.”• En la sección Universidad también se ha publicado un trabajo sobre las escuelas socráticas, en el grupo de las cuales se cuenta la Academia.• En el artículo titulado “Diversas acepciones del concepto ‘verdad’” se hace referencia a Platón.• En el artículo titulado “Corrientes filosóficas” se hace referencia a Platón en los apartados: “Corrientes gnoseológicas”, “Corrientes éticas”, “Corrientes cosmológicas” y “Corrientes antropológicas”.


PLATÓN www.luventicus.org

Sócrates sostenía, contra los sofistas, que el hombre es capaz de conocer la verdad, de superar la mera opinión, elevándose al conocimiento de los conceptos, de lo universal. Y su práctica pedagógica, la "mayéutica", lo llevó a concluir que los conceptos universales se hallan presentes incluso en el alma del hombre más ignorante, el que, si es guiado correctamente, llega a descubrirlos.
La teoría del conocimiento de Platón explica la presencia de los conceptos universales en el alma recurriendo a la Teoría de la Reencarnación, aprendida por Platón de los pitagóricos.
A continuación se presenta un esquema del proceso de conocimiento tal como lo entendía Platón, acompañado de una breve descripción de los elementos que lo componen.




Paso 1: el alma existe antes que el cuerpo. En su vida anterior, en el mundo suprasensible, contempla las ideas.
Paso 2: cuando el alma se une al cuerpo, olvida el conocimiento que había adquirido.
Paso 3: en el mundo sensible, el hombre percibe por los sentidos los objetos que fueron hechos por el Demiurgo (dios), a partir de una materia preexistente (jora), teniendo como modelo a las ideas.
Paso 4: la percepción sensible de los objetos despierta en el alma, por su semejanza con las ideas, el recuerdo de las ideas olvidadas. De allí que se denomine a esta teoría "Teoría de la Reminiscencia" o del recuerdo.

Imagen de Platón


El estado

EL ESTADO (www.monografias.com)

"Ayer descendí hacia el Pireo en compañía de Glaucón", -empieza narrando en primera persona Sócrates, personaje principal de este extenso diálogo .

"Construyamos con el pensamiento una ciudad desde el principio. Por lo que parece, es nuestra necesidad la que la construirá” -dice Sócrates a sus interlocutores.

La necesidad de las personas es, pues, la que da forma y contenido a esta imaginaria ciudad-estado de Platón. Se hace para que en ella las personas encuentren la satisfacción de las necesidades inherentes a la condición humana. Sin duda la injusticia reinaban en esa época, a juzgar por el amplio desarrollo que da al concepto de justicia en los Libros I y II de "La República". Las reflexiones y proposiciones filosóficas tienen la profundidad que todos admiramos, principalmente en el Libro VII, donde incorpora el Mito de la Caverna en el que, alegóricamente, se presenta al hombre en relación con la filosofía y con el conocimiento de la realidad.

Lo que más llama la atención en la lectura de “La República”, es el grado de subordinación del individuo al interés general de la "polis"; queda de manifiesto que para Platón la sociedad ideal impone la renuncia del individuo a su libertad y a su deseo de realización personal autónomo. .

“La República” muestra una estratificación en tres clases: los "arcontes" o gobernantes, los “ guardianes” o guerreros, a quienes se entrega la defensa de la seguridad interna y externa de la ciudad-estado y la clase productora o pueblo, formada por agricultores, artesanos comerciantes, industriales, etc., quienes deben alimentar a la ciudad, asegurando la supervivencia . A cada clase conviene una virtud en especial: a los gobernantes, la sabiduría; a los vigilantes o guerreros, la fortaleza, y a los productores, la templanza o moderación. Obsérvese que para Platón son virtudes morales los requisitos para logra el ideal de sociedad.

Estas tres clases se constituyen a través de un riguroso sistema de selección hecho por los gobernantes, durante el proceso formativo de las nuevas generaciones. La educación sistemática, impartida bajo la dirección de los arcontes, permite asignar el status y rol de cada uno de los integrantes de la comunidad. Se trata, pues, de una sociedad estructurada con una rigurosa y totalitaria planificación central..


"La ley -dice Sócrates- no se ocupa de que tan sólo haya en la ciudad una clase que goce de una felicidad excepcional, sino que se aplica a que esta felicidad envuelva toda la ciudad, armonizando por medio de la persuasión y la fuerza a todos los ciudadanos, hace que participen unos y otros en los beneficios que cada cual aporta a la comunidad, creando ella misma a hombres de esa clase a fin de impedir que cada uno se dirija a donde le plazca y con ello utilizarlos para fortificar la unificación de la ciudad".

La persuasión y la fuerza son las herramientas para que cada uno actúe con justicia, entendiendo por justicia, "el hacer cada uno lo propio" de donde se infiere que la perfección de la ciudad radica en que cada uno haga en ella lo que le es propio. Para Platón, la justicia es un atributo de perfección comparable a la sabiduría y a la valentía.

La transgresión a este principio de justicia se castiga severamente, lo que permite que se cumplan todas las tareas de la ciudad.

En las guerras, la clase de los guardianes o guerreros prueba su formación.

El que sea tomado con vida prisionero de los enemigos, se le dará como premio a los que lo hicieron prisionero. Los que se muestran valerosos recibirán honores y la posibilidad de engendrar un mayor número de descendientes.

No sorprende que en esta sociedad ideal se justifiquen las guerras, pese a que, como señala el dialogante Sócrates, "representan las mayores calamidades públicas como privadas para las ciudades".

Tampoco puede producir extrañeza que, para un griego de entonces, aparezca como recomendable y digna de estar en la administración de justicia el "cuidar que los ciudadanos tengan cuerpos y almas bien dotados, y a los que no, a cuantos tengan defectos en sus cuerpos, se los deje morir y a los que tengan por naturaleza un alma mal dotada o que sean incurables, los condene a muerte".

Pero resulta sorprendente que en esta organización social, idealmente concebida, en las dos clases superiores, la de los gobernantes y la de los guardianes o guerreros, "las mujeres son comunes, los hijos son comunes y toda la educación, y, de igual manera, comunes las actividades en la guerra como en la paz, y reyes de ellas los que en filosofía y los asuntos de guerra hayan llegado a ser mejores". (Libro VIII.)



Guardianes perfectos se llama a los gobernantes, A las virtudes del guerrero, agregan las virtudes del sabio y del filósofo.

Refiriéndose a las mujeres ,dice Sócrates, “serán todas comunes para todos esos hombres y ninguna cohabitará con ninguno en privado; y los hijos serán, por otra parte, comunes y ni el padre conocerá a su hijo ni el hijo a su padre”. (Libro V. p)

¿Esta peregrina idea es fruto de una subestimación de la mujer?.

De modo alguno: "no hay en la administración de la ciudad ninguna ocupación que sea de la mujer por el hecho de serlo, ni del hombre por el hecho de serlo -sentencia Sócrates-, sino que las aptitudes naturales están esparcidas por igual en ambos seres" (Libro V)

La razón de esta comunidad de bienes que alcanza a la mujer, hijos y parientes, es que Sócrates considera que toda posesión y con mayor razón la de la riqueza, es fuente de conflicto en toda sociedad. La riqueza, tanto como la pobreza constituyen injusticias inaceptables en una ciudad-estado proyectada como "sabia, valerosa, moderada y justa". (Libro IV)

Las cosas más dañinas y perniciosas para el Estado perfecto, son pues, la riqueza y la pobreza. Será tarea de los guardianes cuidar a todo precio que jamás penetren en la ciudad.

De esta manera, ya en el siglo IV antes de la era vulgar, un proyecto de sociedad “deseable”, proscribía la propiedad privada de bienes, subordinada a los ciudadanos a los intereses de la ciudad y un número reducido de ellos, decidía lo que es justo y conveniente para todos, amén de planificar y dirigir integralmente la vida de la comunidad: un proyecto de dictadura totalitaria.

La estructura del relato y los argumentos esgrimidos por Platón para justificar cada una de estas medidas, están elaborados con dominio de la dialéctica y el conocimiento de la naturaleza humana y de las sociedades que en su época fue dable alcanzar.

Los filósofos

LOS FILÓSOFOS (www.monografias.com)

En la iniciación del Libro VI se hace referencia a la diferencia que existe entre filósofos y no filósofos:
Puesto que son filósofos los hombres capaces de percibir lo que siempre mantiene su identidad consigo mismo, y no lo son los que se detienen en multitud de cosas diferentes.
Puesto que el filósofo es conocedor de las Ideas (lo que no cambia, lo permanente, y lo inmutable), posee la virtud de la sabiduría. Es conocedor, por tanto, de la Belleza en sí, la Justicia en sí, el Bien en sí y actuará bien, será virtuoso y será también el más capacitado de preservar las leyes y costumbres: el guardián perfecto del Estado.
Sin embargo, el hombre normal no tiene conocimiento, sólo posee lo que los sentidos le presentan del mundo, y esto es opinión. Y Platón los compara con los ciegos:
¿Crees tú que se diferencian en algo de los ciegos los hombres privados del conocimiento del ser en sí y que no llevan en su alma ningún modelo claro?. No, la diferencia no es grande.
Para responder a la cuestión sobre el modo en el que el filósofo alcanza el conocimiento Platón plantea la necesidad de analizar la Naturaleza del filósofo.
La naturaleza del filósofo versa sobre estas sentencias: es amante de la realidad entera, del estudio de lo eterno; quiere la verdad y siente placer en su búsqueda, siendo el amante de la verdad más feliz que el ambicioso y rico; se siente muy atado a la vida y no le preocupa la muerte; buena memoria y facultad para el estudio que posea una disposición natural para aprender la esencia de cada ser.
Si un alma posee todas estas aptitudes debe ser sometida a una buena educación, para el perfeccionamiento de las mismas y para que consiga alcanzar la Idea de Bien. Platón asegura que la educación de los filósofos es esencial porque de ella depende el futuro del Estado que él gobierne.
Adimanto reprocha a Sócrates, en la siguiente parte del texto, la confusión a que somete a los que le escuchan, y que se encuentran al final de una discusión, contradiciendo lo que afirmaban al principio. De hecho, en el Menón, Sócrates es comparado con un pez torpedo: este pez a quienquiera que se le acerca y le toca lo hace entorpecerse.
Sócrates responde: "No es que, no teniendo yo problemas, problematice a los demás, sino que estando yo totalmente problematizado, también hago que lo estén los demás".
La habilidad retórica de Sócrates, en su descripción del filósofo, parece ser rebatida por los hechos, y los hechos, no obstante, muestran a los filósofos como perversos, unos, y como inútiles para el Estado, otros. Sócrates intenta explicar a Adimanto que los filósofos son tratados o considerados bajo dichos sinónimos por el pueblo mediante la parábola del barco. La figura del patrón del barco la equipara al filósofo y los marineros con la muchedumbre, y entonces Platón dice:
No consideran como propio del buen piloto el que tenga que preocuparse del tiempo, de las estaciones, del cielo, de los astros y de todas las cosas que tengan que ver con la navegación, bien que realmente le corresponda el mando de la nave.
Reprochan al patrón ser un inútil porque conoce esa sapiencia y no se limita simplemente a llevar el timón. Los filósofos son considerados por el pueblo como "charlantes de las cosas que están en lo alto", como inútiles. Ésta impopularidad que poseen los filósofos les viene atribuida por los políticos actuales.
No te equivocarás si comparas a los políticos que ahora disfrutan del poder con los marineros de que hablábamos hace un momento, y a los llamados por estos inútiles y charlantes con los verdaderos pilotos.
Pasa, ahora, Sócrates a explicar a Adimanto que la perversión que también se achaca a los filósofos tampoco se debe a la filosofía.
Existen varias razones que corrompen la naturaleza de un alma noble y la hacen alejarse de la filosofía. La más notable es una mala educación. Una educación adecuada es el mejor instrumento para la realización de la Justicia, tanto individual como social. Y una mala educación es una de las causas de la perversión de los filósofos porque todas las buenas cualidades de la naturaleza humana así como los bienes se corrompen y transforman en males. Y cuanto mejor es la naturaleza corrompida peor es la corrupción y todas sus cualidades las pone al servicio de la injusticia.
Con esto Platón apostilla que no era partidario del modelo ateniense de educación, la cual recaía sobre la familia y particulares y estaba más de acuerdo con el modelo espartano donde la educación relegaba en el Estado.
Platón, en boca de Sócrates, critica el hecho de que la educación esté en manos, no ya de sofistas, sino de la multitud. Los sofistas según expresa Platón son cómplices del pueblo en la deformación de las almas selectas. Tanta es la fuerza y la presión que tiene el pueblo y los sofistas que, todo aquel que disiente, termina represaliado.
Sócrates cree que los sofistas son los grandes difusores y defensores de las opiniones de la multitud y que el pueblo se equivoca al estimarlos como enemigos. Los sofistas conciben la sabiduría como el estudio de las pasiones y de los gustos del pueblo.
Puesto que el pueblo desconoce lo que es la verdadera sabiduría, es lógico que critique y tache de perversos a los que sí la conocen, es decir, a los filósofos.
Aparte de la mala educación existen otras razones: deseo de poder, presión de los amigos y parientes y que colaboran igualmente a ese alejamiento.
Una vez llegue a la edad madura, espero que sus parientes y conciudadanos querrán servirse de él en su propio interés. Por tanto, se postraran ante él para abrumarle con súplicas y con honores y le prodigaran de antemano su adulación con vistas a su poder futuro.
Esto irá afianzando la creencia en sí mismo de que será capaz de desarrollar bien su papel político y desoirá a aquel que le diga que para ser buen gobernante es necesario aprender. Pero si este decidiera prepararse para ser un buen gobernante se vería ciertamente presionado por esos amigos que intentarían persuadirle de tal decisión. Platón prosigue diciendo:
Y estos mismos hombres, apartados así de la filosofía, a pesar de ser los más aptos para ella, dejan a aquélla en la más completa soledad y abandono y se entregan a una vida que ni les conviene ni es verdadera. Entre tanto otros hombres indignos aprovechan la orfandad de la filosofía para lanzarse sobre ella, deshonrarla y cubrirla de improperios [...].
Si a la filosofía, por tanto, llegan hombres que vienen de otros oficios y otros que carecen de educación es normal que haya quedado reducida a sofisma [1].
Sócrates se lamenta que haya tan pocos hombres dignos de llamarse filósofos y que puedan dedicarse a la política. Pero aquellos que se acercaron a la política quedaron tan defraudados al comprobar que su actividad no contribuía al bien social que prefirieron dedicarse a sus asuntos privados y vivir con la tranquilidad que les proporcionaba saber que no habían cometido injusticias.
Por otro lado, ningún gobierno ha tratado a la filosofía del modo correcto y es la causa del deterioro que sufre, y sólo podrá levantar cabeza de nuevo en el Estado ideal.
Sócrates, entonces propone un cambio radical en la práctica de la filosofía. La dedicación a la filosofía por parte de los jóvenes dura menos que el "sol de Heráclito" [2], además se les enseña la parte más difícil, la dialéctica. Como solución a este problema Platón propone que los niños y los adolescentes se dediquen al cultivo del cuerpo (gimnasia) y a recibir una educación acorde a su edad; ya en la madurez se ocupen de los asuntos militares y políticos; y cuando sean mayores cultivarán la filosofía, tras dejar atrás todo tipo de actividad mundana y gozarán por ello de la contemplación de las ideas.
Sólo el hombre que conoce la verdad y actúa virtuosamente debe ser el guardián del Estado, porque sólo él conseguirá hacer al hombre y al estado perfectos, es decir, justos.
Es difícil persuadir al pueblo de la necesidad de un gobernante así porque nunca ha existido. "Sin embargo, no me parece extraño que la mayoría no de crédito a lo que afirmo. Al fin y al cabo nunca han visto realizado lo que ahora hemos dicho."
Sócrates propone dos posibilidades para elegir a ese filósofo gobernante que inaugure ese Estado perfecto. Estas dos posibilidades son las siguientes:
Esta minoría de filósofos, ahora considerados no como malos, sino como inútiles, a que se ocupen, quieran o no, de los asunto de la ciudad, y a que esta se muestre sumisa a ellos; o al menos, hasta que por alguna inspiración divina se apodere de los hijos de los que ahora gobiernan o de los mismos monarcas un verdadero amor hacia la verdadera filosofía
Es decir, que los filósofos razonables y discretos denominados por el pueblo inútiles sean obligados a hacerse cargo del Estado y que los gobernantes actuales o sus hijos se conviertan en filósofos.
Sócrates en el siguiente texto intenta hacer ver que es posible que el pueblo cambie de opinión si se le expone claramente las cualidades de los filósofos y sus funciones. El filósofo diseñará el Estado empezando desde cero, diseñará un nuevo gobierno que sea lo más parecido posible a aquellas realidades éticas cuyo conocimiento solo él tiene. Y a los hombres de acuerdo a las ideas de Belleza, Justicia y Templanza posibles.
Los filósofos, futuros gobernantes deben superar una especie de pruebas, esto es, serán sometidos a grandes trabajos y sufrimientos; a placeres y dolores y siempre deberán hacer lo que más convenga al Estado; tendrán que ser personas muy completas. Pocos serán los gobernantes porque las cualidades que deben poseer raramente se dan juntas en una sola persona. Solo aquel pequeño grupo de personas en las que predomine su alma racional, será llamado a la sabiduría y será gobernante.
Al que saliera de ellas puro como el oro pasado por el fuego, a ese habría que imponerle como gobernante y concederle honores y distinciones de por vida y después de su muerte.
El gobernante será aquel que tenga la capacidad para acercarse al estudio supremo. Y este no es otro que el Conocimiento del Bien:
Muchas veces habré repetido que la idea de Bien es el conocimiento más importante, pues es esa idea la que proporciona utilidad y positiva ventaja tanto a la justicia como a las demás virtudes.
El texto nos encierra ahora en la discusión acerca del Bien. Hay distintas concepciones acerca del Bien. Para uno, el Bien es el placer; para otros el Bien es el conocimiento. Platón lo intentará definir mediante el famoso paralelismo entre el Sol y la idea de Bien. El sentido de la vista que es el más perfecto porque así fue dotado por el artesano (Demiurgo [3]) necesita tres cosas para poder ver: la vista en los ojos, los colores en los objetos y la luz. Pues bien, la luz se debe al Sol, el Sol es la causa de la luz en el mundo físico: "A mi entender, es de todos los órganos de nuestros sentidos el que más se parece al Sol".
"El bien y el sol son dos reyes, señor del mundo inteligible y el otro del mundo visible." El Sol es en el mundo visible respecto a la vista, lo que el Bien es en el mundo inteligible respecto a la inteligencia. El Sol no es sólo la causa de la visión, sino que, además, su luz hace posible la existencia (génesis, crecimiento, alimentación) en el mundo físico. El Bien es la causa de la verdad, del conocimiento y de la existencia real de lo inteligible, por tanto, también es la causa de la existencia del mundo físico, puesto que este deriva de aquel. Platón pasa a explicar entonces su Teoría de las Ideas por medio de la metáfora de la línea:
Toma ahora una línea cortada en dos partes desiguales y vuelve a cortar cada una de éstas en otras dos partes, también desiguales, que representen la especie visible y la inteligible.
El Mundo sensible le corresponde un conocimiento de lo que se genera y se corrompe, es propio de los hombres que carecen de educación, de instrucción; proporciona opinión, doxa, y posee dos niveles:
La imaginación, eikasía, es el conocimiento que el hombre obtiene mediante conjeturas. A este mundo corresponden las imágenes y las sombras que proyectan los objetos físicos en el agua, en los espejos. En este tipo de conocimiento reina la imprecisión, confusión; dentro de la "alegoría de la caverna" corresponde al conocimiento que los prisioneros encadenados tienen de las sombras que el fuego y los objetos que pasan por la entrada, proyectan sobre el fondo de la cueva.
La creencia, pistis, es el conocimiento del mundo sensible propiamente dicho, y es un conocimiento de realidades que están en continuo cambio, da origen a enunciados que carecen de estabilidad y, por lo mismo, de verdad. Este mundo está constituido por todos aquellos fenómenos del mundo físico que captamos por medio de los sentidos: animales, plantas y objetos artificiales creados por el hombre. Este tipo de conocimiento corresponde al de los prisioneros liberados de las cadenas que al salir de la cueva, como les hace daño la luz, tiene que conocer los objetos a través de sus sombras y de sus reflejos en las aguas.
El Mundo inteligible representa el conocimiento intelectual, o conocimiento del mundo de las Ideas, esto es, la Belleza en sí, la Justicia en sí, etc., y en la cima de todas las Ideas, está el Bien en sí. Es propio de las personas instruidas, de los filósofos, proporciona ciencia, episteme, y tiene también dos niveles:
El pensamiento, diánoia, o conocimiento que se obtiene cuando se razona y se va de las hipótesis a las conclusiones que de ellas se deducen. En este mundo se encuentran las formas de los números y las formas geométricas. Corresponde, en la "alegoría de la caverna", al conocimiento que los liberados de la cueva tienen de los objetos mismos, y, por la noche, de la luz de los astros y de la luna.Sin embargo, la Matemática no es la ciencia más perfecta, por dos razones:
En primer lugar, porque necesita utilizar ejemplos o imágenes sensibles para sus demostraciones. Cuando el geómetra hace sus demostraciones, se tiene que conformar con una representación material y, por tanto, inexacta de las distintas figuras geométricas. Sabe que su cuadrado o su círculo no son más que copias o imágenes del Cuadrado en sí, del Círculo en sí.
En segundo lugar, las demostraciones de las Matemáticas se realizan a partir de hipótesis, de supuestos, pero no se pregunta por su validez, ésta se presupone.
El otro nivel de la ciencia es el conocimiento, nóesis.
Hay una ciencia que, por ser conocimiento intuitivo de las ideas, es superior a la matemática y no es otra que la Dialéctica. Gracias a ella nuestra razón es capaz de utilizar las hipótesis de las ciencias inferiores como "trampolines" hasta alcanzar el principio de todo, la verdad suprema. Este principio que es capaz de explicar todo, no puede ser hipotético. Se trata del principio primero de la naturaleza y de la existencia. Es la Idea de Bien.
La Dialéctica, además de ciencia, es un proceso que abarca dos momentos: la anábasis o ascensión del alma desde el mundo sensible hasta el inteligible y la catábasis o descenso desde lo inteligible. Una vez captado ese primer principio, esa idea de Bien, el alma comienza un descenso a lo largo de todo el camino del pensamiento. En este descenso, las ciencias inferiores serán ya auténtico conocimiento porque ya no estarán, para el conocedor del Bien, basadas en hipótesis. Corresponde a la visión que los liberados de la caverna tienen directamente del Sol cuando ya se han acostumbrado a la luz.
El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte más profunda de una caverna. Atados de cara a la pared, su visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a nadie. Lo único que se ve es la pared de la caverna sobre la que se reflejan modelos o estatuas de animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera resplandeciente. Uno de los individuos huye y sale a la luz del día. Con la ayuda del sol, esta persona ve por primera vez el mundo real y regresa a la caverna diciendo que las únicas cosas que han visto hasta ese momento son sombras y apariencias y que el mundo real les espera en el exterior si quieren liberarse de sus ataduras. El mundo de sombras de la caverna simboliza para Platón el mundo físico de las apariencias. La escapada al mundo soleado fuera de la caverna simboliza la transición hacia el mundo real, el universo de la existencia plena y perfecta, que es el objeto propio del conocimiento.
La República, la mayor obra política de Platón, trata de la cuestión de la justicia y por lo tanto de las preguntas como: ¿Qué es un Estado justo? o ¿Quién es un individuo justo?. El tema clave, por tanto, es la naturaleza de la justicia y la injusticia y sus consecuencias para el hombre justo y el injusto, y el establecimiento de un Estado Ideal que tendrá por finalidad la felicidad de todos los ciudadanos, pero sólo será posible si tal estado se asienta sobre la base de la justicia individual como social. Aristóteles también buscaba la felicidad del individuo y éste la podía conseguir en la polis.
El proyecto político descrito en La República Platón lo intentó llevar a la práctica. Algunos proyectos fueron realizables: en Esparta se practicó su concepción sobre la educación; Pitágoras intentó establecer un gobierno de filósofos.
El idealismo de Platón respecto a su concepción de la sociedad y de Estado, limita en algunas ocasiones con una “utopía totalitaria”, que niega las libertades del individuo. Para Platón, la única forma de gobierno válida es aquella en la que el liderazgo político es asumido por los filósofos- reyes y la podríamos calificar, no sin cierta ironía, como dictadura de la inteligencia. Si bien, Aristóteles decía que la felicidad absoluta podría conseguirse mediante la actividad intelectual o contemplativa, irrealizable debido a las necesidades del hombre.
La idea de conocimiento de Platón, su teoría ética, su concepto de Estado y su perspectiva del arte deben de ser entendidos desde la teoría de las formas o de las Ideas. Por eso, es necesario ascender hasta el conocimiento de las ideas, proceso que Platón denominó Dialéctica. Platón defenderá que cada cosa es una imitación de un modelo ideal que sólo la razón puede concebir. La doctrina pragmática del siglo XIX estará contra este mundo ideal, las cosas tienen que ser demostradas y no alejarnos del mundo real.
Para Platón lo que es real tiene que ser permanente e inmutable; identificó lo real con la esfera ideal de la existencia en oposición al mundo físico del devenir. Esta consecuencia chocó con la corriente inglesa del siglo XVII, llamada Empirismo. Esta doctrina afirma que todo conocimiento se deriva de la experiencia sensible y de los sentidos. Platón decía que el que se contenta con el conocimiento de los sentidos o se mueve por su interés particular, no es capaz de percatarse de que las ideas existen. Además, los fenómenos de la experiencia son fenómenos cambiantes del mundo físico y nos pueden engañar.
NOTAS: [1] Razonamiento con el que se hace ver como verdadero algo que es falso. [2] Heráclito consideraba que al estar todas las cosas en continuo cambio, el sol de cada mañana era diferente.
[3] Aparece aquí la concepción de un mundo artesano.