miércoles, 23 de enero de 2008

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Para contestar a las actividades 4-9 de la PARTE VI

Cuando Descartes supo de la condena a Galileo decidió inmediatamente retirar la publicación del Tratado del Mundo. Aquí pide disculpas por si en su obra, que ha sido ampliamente difundida en forma de manuscrito, hubiese algo que, sin percatarse ni pretenderlo, se le hubiese escapado, y que fuera contrario al Estado o a la Iglesia.
En el pensar teórico Descartes sólo quiere guiarse por la razón, de ahí su afirmación "si la razón me hubiese persuadido de ello". Pero en moral o en intervenir en los asuntos públicos siempre se ha mostrado cauteloso o miedoso. En moral hay que seguir las opiniones más aceptadas y moderadas de la sociedad. En realidad nos está diciendo que admite como límite de su expresión la autoridad del Estado y la Iglesia. La Razón le persuade de que Galileo está en lo cierto, pero ante la autoridad de la Iglesia que podía condenarlo, prefiere declarar que revisará sus ideas por si, involuntariamente, ha cometido algún desliz.
¿Qué responsabilidad social y moral tiene el científico según Descartes?
Descartes parte de consideraciones muy arraigadas en la tradición cristiana y acompaña con toda la inocencia a la ciencia nueva que acaba de nacer, en la creencia de que esa ciencia producirá progresos, probablemente también morales, para la humanidad, como más tarde afirmarán algunos ilustrados, pensamiento que desde entonces está presente en muchos discursos.
Descartes está pues criticando la filosofía escolástica por inútil y abogando por una filosofía que, junto con el conocimiento de la naturaleza, nos proporcione también los medios técnicos para dominarla y ponerla a nuestro servicio. Todo ello en consonancia con el ideal de ciencia que hemos visto en Bacon y Galileo.
Descartes tiene una concepción utilitarista de la ciencia, la considera como un medio para mejorar las condiciones de vida del hombre. Esta es la razón que nos da para justificar la publicación de su obra. Descartes es un claro defensor de la ciencia como progreso técnico para mejorar las condiciones de la vida, incluso insinúa el progreso moral derivado del conocimiento científico, sobre todo en medicina, con lo que se nos presenta como un claro precedente de la Ilustración en todo su sentido.
En los Principios Descartes compara la ciencia toda con un árbol. Allí la Medicina, la Mecánica y la Moral son las “ramas” que salen del “tronco” de la Física. La idea de que son “ramas” de la Física, es decir, se sustentan sobre los principios de ésta, no les resta en absoluto importancia. La analogía de la rama no sugiere sólo que sea una aplicación de la física y que dependa de ésta o le esté subordinada, sino que sugiere también la idea de culminación del saber. Estas ciencias culminan la sabiduría humana, la completan, son la finalidad que se persigue con el estudio de la Física.
En el Discurso, Parte VI, Descartes destaca la enorme importancia que concede a la medicina y cómo es la finalidad a la que se dirige nuestro conocimiento de la naturaleza.
Efectivamente, le da a este conocimiento dos finalidades: 1) invención de artificios que harán nuestra vida más cómoda, al permitirnos el dominio técnico de la naturaleza. 2) la conservación de la salud, la cual es “el primer bien y el fundamento de los demás”.
A continuación da dos argumentos para resaltar la importancia de la medicina: a) según su concepción dualista, el hombre es cuerpo y alma, pero ambos se encuentran tan íntimamente ligados que lo que acontece en el cuerpo no deja de influir sobre el alma. Por tanto no ha de descartarse que el cuidado del cuerpo haga a los hombres más sabios, hábiles, dominen mejor sus pasiones, etc. b) El conocimiento del cuerpo nos puede librar de enfermedades (tanto del cuerpo como del espíritu), de la debilidad de la vejez, etc.
Recuérdense también las circunstancias de la época, que sin duda influyen en esta alta valoración de la Medicina. El siglo XVII fue un siglo terrible en cuanto a mortandad, debido a las guerras, las epidemias de peste, las hambrunas, la caza de brujas, las migraciones. La mortalidad infantil era elevadísima; la vida media de los hombres muy corta, apenas casi nadie llegaba a viejo. Henry Kamen en El Siglo de Hierro ha calculado que la esperanza de vida media de la nobleza europea occidental era de 28 años, y la de los pobres era aún inferior. En estas condiciones históricas, no tiene nada de extraño que Descartes conceda semejante importancia a la Medicina.

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