miércoles, 14 de noviembre de 2007

El estado

EL ESTADO (www.monografias.com)

"Ayer descendí hacia el Pireo en compañía de Glaucón", -empieza narrando en primera persona Sócrates, personaje principal de este extenso diálogo .

"Construyamos con el pensamiento una ciudad desde el principio. Por lo que parece, es nuestra necesidad la que la construirá” -dice Sócrates a sus interlocutores.

La necesidad de las personas es, pues, la que da forma y contenido a esta imaginaria ciudad-estado de Platón. Se hace para que en ella las personas encuentren la satisfacción de las necesidades inherentes a la condición humana. Sin duda la injusticia reinaban en esa época, a juzgar por el amplio desarrollo que da al concepto de justicia en los Libros I y II de "La República". Las reflexiones y proposiciones filosóficas tienen la profundidad que todos admiramos, principalmente en el Libro VII, donde incorpora el Mito de la Caverna en el que, alegóricamente, se presenta al hombre en relación con la filosofía y con el conocimiento de la realidad.

Lo que más llama la atención en la lectura de “La República”, es el grado de subordinación del individuo al interés general de la "polis"; queda de manifiesto que para Platón la sociedad ideal impone la renuncia del individuo a su libertad y a su deseo de realización personal autónomo. .

“La República” muestra una estratificación en tres clases: los "arcontes" o gobernantes, los “ guardianes” o guerreros, a quienes se entrega la defensa de la seguridad interna y externa de la ciudad-estado y la clase productora o pueblo, formada por agricultores, artesanos comerciantes, industriales, etc., quienes deben alimentar a la ciudad, asegurando la supervivencia . A cada clase conviene una virtud en especial: a los gobernantes, la sabiduría; a los vigilantes o guerreros, la fortaleza, y a los productores, la templanza o moderación. Obsérvese que para Platón son virtudes morales los requisitos para logra el ideal de sociedad.

Estas tres clases se constituyen a través de un riguroso sistema de selección hecho por los gobernantes, durante el proceso formativo de las nuevas generaciones. La educación sistemática, impartida bajo la dirección de los arcontes, permite asignar el status y rol de cada uno de los integrantes de la comunidad. Se trata, pues, de una sociedad estructurada con una rigurosa y totalitaria planificación central..


"La ley -dice Sócrates- no se ocupa de que tan sólo haya en la ciudad una clase que goce de una felicidad excepcional, sino que se aplica a que esta felicidad envuelva toda la ciudad, armonizando por medio de la persuasión y la fuerza a todos los ciudadanos, hace que participen unos y otros en los beneficios que cada cual aporta a la comunidad, creando ella misma a hombres de esa clase a fin de impedir que cada uno se dirija a donde le plazca y con ello utilizarlos para fortificar la unificación de la ciudad".

La persuasión y la fuerza son las herramientas para que cada uno actúe con justicia, entendiendo por justicia, "el hacer cada uno lo propio" de donde se infiere que la perfección de la ciudad radica en que cada uno haga en ella lo que le es propio. Para Platón, la justicia es un atributo de perfección comparable a la sabiduría y a la valentía.

La transgresión a este principio de justicia se castiga severamente, lo que permite que se cumplan todas las tareas de la ciudad.

En las guerras, la clase de los guardianes o guerreros prueba su formación.

El que sea tomado con vida prisionero de los enemigos, se le dará como premio a los que lo hicieron prisionero. Los que se muestran valerosos recibirán honores y la posibilidad de engendrar un mayor número de descendientes.

No sorprende que en esta sociedad ideal se justifiquen las guerras, pese a que, como señala el dialogante Sócrates, "representan las mayores calamidades públicas como privadas para las ciudades".

Tampoco puede producir extrañeza que, para un griego de entonces, aparezca como recomendable y digna de estar en la administración de justicia el "cuidar que los ciudadanos tengan cuerpos y almas bien dotados, y a los que no, a cuantos tengan defectos en sus cuerpos, se los deje morir y a los que tengan por naturaleza un alma mal dotada o que sean incurables, los condene a muerte".

Pero resulta sorprendente que en esta organización social, idealmente concebida, en las dos clases superiores, la de los gobernantes y la de los guardianes o guerreros, "las mujeres son comunes, los hijos son comunes y toda la educación, y, de igual manera, comunes las actividades en la guerra como en la paz, y reyes de ellas los que en filosofía y los asuntos de guerra hayan llegado a ser mejores". (Libro VIII.)



Guardianes perfectos se llama a los gobernantes, A las virtudes del guerrero, agregan las virtudes del sabio y del filósofo.

Refiriéndose a las mujeres ,dice Sócrates, “serán todas comunes para todos esos hombres y ninguna cohabitará con ninguno en privado; y los hijos serán, por otra parte, comunes y ni el padre conocerá a su hijo ni el hijo a su padre”. (Libro V. p)

¿Esta peregrina idea es fruto de una subestimación de la mujer?.

De modo alguno: "no hay en la administración de la ciudad ninguna ocupación que sea de la mujer por el hecho de serlo, ni del hombre por el hecho de serlo -sentencia Sócrates-, sino que las aptitudes naturales están esparcidas por igual en ambos seres" (Libro V)

La razón de esta comunidad de bienes que alcanza a la mujer, hijos y parientes, es que Sócrates considera que toda posesión y con mayor razón la de la riqueza, es fuente de conflicto en toda sociedad. La riqueza, tanto como la pobreza constituyen injusticias inaceptables en una ciudad-estado proyectada como "sabia, valerosa, moderada y justa". (Libro IV)

Las cosas más dañinas y perniciosas para el Estado perfecto, son pues, la riqueza y la pobreza. Será tarea de los guardianes cuidar a todo precio que jamás penetren en la ciudad.

De esta manera, ya en el siglo IV antes de la era vulgar, un proyecto de sociedad “deseable”, proscribía la propiedad privada de bienes, subordinada a los ciudadanos a los intereses de la ciudad y un número reducido de ellos, decidía lo que es justo y conveniente para todos, amén de planificar y dirigir integralmente la vida de la comunidad: un proyecto de dictadura totalitaria.

La estructura del relato y los argumentos esgrimidos por Platón para justificar cada una de estas medidas, están elaborados con dominio de la dialéctica y el conocimiento de la naturaleza humana y de las sociedades que en su época fue dable alcanzar.

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